La mayoría de la población puede consumir todo tipo de alimentos sin problemas, pero cada vez se conocen más casos de personas que padecen algún tipo de alergia o intolerancia alimentaria, tendencia que es aún mayor en el caso de los niños.

Pero ¿qué es exactamente una alergia o una intolerancia alimentaria? Para empezar es importante distinguir entre ambas porque aunque muchas veces las utilicemos erróneamente como sinónimos, son casos bien distintos…

  • Alergia alimentaria: Se trata de una forma específica de intolerancia que pone en marcha el sistema inmunológico, que entre otras cosas fabrica anticuerpos y segrega sustancias químicas como la histamina. Su prevalencia en adultos es sólo del 2%, aunque en niños llega al 3,7 %.  Afortunadamente, el 80% de las alergias se superan antes de los 3 años. En muchos casos las alergias son hereditarias, con lo cual el hecho de tener 1 padre o madre alérgico duplica las posibilidades de padecer una alergia. Se ha descubierto que la lactancia es una forma eficaz de prevención de las alergias, llegándose incluso a aconsejar prolongar la lactancia en niños con antecedentes familiares.
  • Intolerancia alimentaria: Se trata de una disfunción metabólica por la que, a raíz de la baja presencia o actividad de una enzima, algunas personas tienen dificultad para digerir ciertos alimentos. Las más habituales son al gluten y a la lactosa. Se calcula que el 70% de la población adulta mundial tiene una baja actividad de la enzima lactasa, responsable de la buena digestión de la lactosa. En el caso del gluten, se trata de una intolerancia permanente conocida como enfermedad celíaca. Los síntomas producidos por una intolerancia son molestias gastrointestinales muchas veces diagnosticadas erróneamente dentro del cajón de sastre del famoso colon irritable.

Las personas con alergias o intolerancias muchas veces se ven obligadas a eliminar ciertos alimentos de su dieta de manera permanente o por largos periodos de tiempo. Cuando hablamos de los niños, es especialmente importante compensar esas carencias para que no les falte ningún nutriente esencial en la etapa de crecimiento. Lo recomendable es acudir a un nutricionista especializado en estos casos que nos ayudará a mantener una dieta equilibrada a pesar de las limitaciones.

Es muy importante prestar mucha atención al etiquetado de los alimentos y ante la duda, optar por alimentos simples, poco procesados, que tienen menos riesgo de contener trazas de posibles alérgenos.

En los niños que van a guarderías o a la escuela y tienen que hacer comidas fuera de casa, es imprescindible informar al personal del centro, marcar la ropa y objetos personales con etiquetas que indiquen claramente lo que el niño no puede comer y en muchos casos, lo más seguro será que el niño lleve su propia comida preparada en casa. Cada vez en más centros se ofrecen menús especiales para las alergias e intolerancias más habituales, aunque debemos asegurarnos de que el proceso de elaboración de los menús sea seguro.

Vivir con una alergia o intolerancia alimentaria o con un niño que la padezca no siempre es fácil. Las asociaciones de personas con alergias e intolerancias ofrecen una red de apoyo mutuo que resulta de gran ayuda, sirviendo para compartir experiencias comunes, ofreciendo información y trucos valiosos.

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