Esta frase imagino que os suena a muchos de vosotros. Eso, con suerte, porque cuando ya son mayores y aprenden a manejarse con los mandos ya es misión imposible.

Tabletas, consolas, móviles… Regular el tiempo y el uso de las nuevas tecnologías resulta complicado a veces, por eso nos gustaría pararnos y pensar un poco sobre qué está ocurriendo para que la televisión se convierta desde bien pequeños en una “necesidad” y qué efectos pensamos puede tener sobre el desarrollo.

Comenzamos con los más pequeños. Fijaos, al nacer, nuestro cerebro está por definir. Es decir, sus diferentes partes están sin especializar y son las experiencias del día a día, los olores, el tacto, las texturas, los estímulos visuales… lo que permiten que miles de nuevas conexiones neuronales organicen el cerebro. Cada zona se especializa en una función (la frontal es el capataz que organiza, el área temporal se especializa en lenguaje…) y para ello es necesario riqueza en las interacciones emocionales y ambientales.

La estimulación necesaria en niños de 0 a 2 años no ha de provenir de una pantalla, sino de la experiencia, de los sentidos, de la manipulación de objetos. La Asociación Americana de Pediatría es rotunda en esto, recomiendan que los niños menores de dos años eviten ver la televisión, ya que tienen la necesidad imperiosa de interactuar directamente con los padres y demás cuidadores importantes.

Pues bien, van creciendo y empiezan a descubrir la televisión. Y los padres también, que mientras hago tal cosa un capítulo de no sé qué. Y después nos quejamos que los piden en el coche, comiendo… Pero, ¿no hemos sido nosotros quienes se lo hemos enseñado? Y realmente tampoco es tan grave, ¿no? Pues no, pero quiero que os fijéis en algo.

Los dibujos en sí mismos no son negativos, pero sí el tiempo que se pasa sentado frente al televisor. Es un tiempo en el que no estoy jugando, descubriendo, hablando, imaginando… es como si estuvieran “desconectados” y es que lo están. De sus emociones, de su día a día…

Si te fijas, muchos adultos comentan, “veo la tele para desconectar”. Al fin y al cabo, te dejas ir, evitas pensar en tus cosas, en tu día a día… Por tanto, el modelo de conducta que presentamos los padres es muy importante. Si te pasas el día frente a la tele, el ordenador, el móvil o la consola… Empieza a preguntarte, ¿no es una conducta que roza lo adictivo? Sólo fijándote en el tiempo que pasas frente a una “pantalla” serás más consciente del efecto que tiene en ti.

Os proponemos unas recomendaciones para manejaros con este tema,

1)   Si veis la tele, hacedlo juntos, comentando lo que ocurre, lo que le parece.

2)   Revisa lo que ven tus hijos en la tele.

3)   Vigilad el tiempo (de adultos y niños). Recuerda, no te molestes en decirles nada, ellos te observan todo el tiempo y eres su modelo.

4)   Para los más mayores, una tele en casa y en áreas comunes. No es recomendable tener una en su habitación.

5)   Enseñar a los niños a ver un programa concreto y no “ver televisión”. Cuando el programa que les gusta acaba, se apaga.

6)   Si la dejáis encendida mientras coméis por arte de magia se hará el silencio entre vosostros. Prueba a apagarla.

7)   Intenta que no se convierta en moneda de cambio, en premio o castigo. Es un entretenimiento, como cualquier otro, pero no lo conviertas en el centro de todo.

8)   Y sobre todo, genera actividades alternativas lúdicas. Y si son deportivas, mejor que mejor.

Como veis, una vez más, la tarea de educar nos impulsa a ser mejores personas, regulando nuestros hábitos, fomentando nuestra imaginación, dialogando más y… apagando un poquito la tele :-)

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