Fábula de La cigarra y la hormiga

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🐜 Cuento corto infantil adaptado de “La cigarra y la hormiga”

Era verano, y la cigarra era un bicho de lo más feliz: disfrutaba del sol que brillaba alto en el cielo, de las flores que perfumaban el aire, del calorcito sobre su cara… la cigarra no hacía más que cantar todo el día, tan contenta estaba. Se pasaba el día sobre una roca o sobre una rama, cantando a los cuatro vientos, sin preocuparse de nada más que de disfrutar del sol que calentaba su cuerpo.

En cambio su vecina y amiga, la hormiga, trabajaba de sol a sol. La cigarra la veía pasar cientos de veces, cargando alimentos que recogía en el prado y llevándolos hasta su hogar. A la cigarra le parecía que su amiga no sabía disfrutar de la vida:

-¡Amiga mía! ¿No te cansas de tanto trabajar? Relájate un rato, ven conmigo a cantar y disfrutar del sol- le decía la cigarra a la hormiga.

-¡El verano terminará y con él también se acabarán los alimentos! En lugar de holgazanear todo el día sobre una rama tendrías que recoger provisiones para el invierno- le respondía la hormiga, sin dejar de transportar semillas y hojas.

La cigarra se reía de esta amiga tan seria, y seguía cantando sin hacerle caso. ¡Ya habría tiempo para pensar en el invierno!

Pero los días pasaron, y una mañana al despertarse, la cigarra sintió frío y vio a su alrededor que el invierno había llegado. Los árboles ya no tenían hojas, y la tierra estaba cubierta de nieve. La cigarra comenzó a vagar, muerta de hambre, tratando de encontrar algún alimento. Temblaba de frío, y no se veía ni una sola hojita verde, ni una sola semilla en todo el campo.

Cansada y hambrienta, vio la casa de su vecina la hormiga y se acercó para pedirle ayuda.

-Querida amiga hormiga, ¿me darías algo de comer? Tengo frío y hambre, y en el campo ya no queda nada de comida. Tú tienes mucha, te he visto recogerla durante todo el verano. Además tu casa es cálida y cómoda, y yo no tengo donde vivir.

La hormiga la miró con pena y le respondió:

-Y tú, amiga cigarra, mientras yo trabajaba de sol a sol, ¿qué hacías? ¿Qué hacías mientras yo cargaba semillas y preparaba mi casa?

-Yo… yo cantaba bajo el sol- le respondió la cigarra.

-¿Cantabas bajo el sol? Pues entonces, si en el verano cantabas, ahora durante el invierno te tocará bailar.

Y diciendo esto, cerró la puerta en la cara de la cigarra, que no tuvo más remedio que aprender la lección.

📜 La cigarra y la hormiga – Versión de Esopo (siglo VI a. C., Grecia)

Cuento Infantil Corto La Cigarra Y La Hormiga

Una cigarra había pasado el verano cantando alegremente, sin preocuparse por guardar comida. Cuando llegó el invierno, se encontró sin nada que comer y fue a pedir ayuda a la hormiga, que había trabajado todo el verano recolectando provisiones.

—¿Qué hiciste durante el verano? —le preguntó la hormiga.
—Cantaba —respondió la cigarra.
—Pues si cantabas, ahora baila.

Y la hormiga le cerró la puerta.

✒️ La cigarra y la hormiga – (Versión adaptada en verso, al estilo de La Fontaine)

Cantaba la cigarra bajo el sol de verano,
sin pensar en el frío ni en guardar con la mano.
Saltaba entre hojas, sin preocupación,
mientras la hormiga hacía provisión.

—¿Por qué tanto apuro? —decía al pasar—
Disfruta del día, deja ya de acarrear.
—Trabajo hoy —respondía la hormiga sin parar—,
para en invierno poder descansar.

Llegó el crudo enero, la nieve, el temblor,
y la cigarra sintió el terror.
Sin nada que comer, ni abrigo, ni pan,
pensó en la hormiga… y fue a su hogar.

—Querida vecina, préstame un bocado,
te juro que en verano no lo he malgastado.
Solo cantaba… ¿me puedes ayudar?

—¿Cantabas? —dijo ella con cierto enfado—
Pues baila ahora… si tanto has cantado.

Moraleja De La Cigarra Y La Hormiga

🖋️ La cigarra y la hormiga – Versión de Félix María de Samaniego (siglo XVIII, España)

Cantando la cigarra
todo el verano pasó,
sin hacer provisiones
para el invierno que llegó.
No halló mosca ni gusano,
ni rastro de grano o miel;
y muriéndose de hambre,
a su vecina acudió.

Le pidió con humildad
que de su grano le diera,
prometiendo pagar con creces
en cuanto el sol volviera.

La hormiga respondió airada:
“¿Prestarte yo, holgazana?
Dime, ¿qué hiciste en verano?”
—Yo cantaba —respondió.
—¿Ah, sí? Pues ahora baila.

Moraleja de La cigarra y la hormiga

Si no trabajas y te preparas cuando puedes, puede que sufras cuando lo necesites.

¿Quién escribió la fábula de “La cigarra y la hormiga”?

Esopo: el autor original

La cigarra y la hormiga es una de las fábulas infantiles más famosas. Su autoría se atribuye a Esopo, y posteriormente fue recreada por Jean de La Fontaine y Félix María Samaniego.

La fábula de La cigarra y la hormiga fue escrita originalmente por Esopo, un fabulista griego del siglo VI a. C. que es considerado el padre del género. Sus fábulas eran relatos muy breves, escritos en prosa y protagonizados por animales con comportamientos humanos. El objetivo de Esopo era transmitir enseñanzas morales de forma sencilla, accesible y directa, especialmente para el pueblo llano.

En su versión de La cigarra y la hormiga, el mensaje es claro y contundente: quien no se prepara cuando puede, luego no debe esperar ayuda. No hay adornos ni reflexiones largas: solo una situación concreta y una lección que se extrae con rapidez.

Jean de La Fontaine: el gran adaptador literario

Más de dos mil años después, el escritor francés Jean de La Fontaine retomó muchas de las fábulas de Esopo (y también de Fedro) y las adaptó al estilo de la literatura cortesana del siglo XVII. Las convirtió en poemas breves en verso, con un lenguaje elegante y un tono cargado de ironía y crítica social.

Su versión de La cigarra y la hormiga mantiene la historia esencial, pero introduce un aire de burla sutil en la respuesta de la hormiga, que suena mucho más tajante y memorable: “Pues baila ahora.” Además, La Fontaine no se limitaba a dar una moraleja al final, sino que dejaba que el lector sacara sus propias conclusiones. Su intención no era solo moralizar, sino también entretener con ingenio y dejar un mensaje implícito sobre la previsión y el castigo al despiste.

Félix María de Samaniego: la versión moral española

Finalmente, en el siglo XVIII, Félix María de Samaniego, fabulista español, recogió muchas de estas historias en su obra Fábulas morales, que escribió con un fin claramente educativo. Samaniego también escribía en verso, pero usaba verso octosílabo, propio de la tradición popular castellana, lo que hacía que sus fábulas fueran más fáciles de memorizar y recitar por niños y jóvenes.

Su estilo es más sencillo y directo que el de La Fontaine, menos ornamentado, pero con una carga moral explícita y clara. Él sí remarca bien el castigo por no prever y el valor del trabajo, en un tono más serio. La moraleja no queda implícita como en La Fontaine, sino que se subraya como una lección necesaria para aprender y aplicar en la vida diaria.

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