La tarta Red Velvet es de esas que no pasan desapercibidas: por el color, por el sabor y por lo bonita que queda en cualquier mesa. Tiene ese rojo intenso que llama la atención a la primera y, oye, no sé tú, pero yo la veía en redes sociales y pensaba: “algún día la haré en casa”. Pues mira, ya llegó el día.
Aunque ahora esté por todas partes —desde cafeterías modernas hasta pastelerías de barrio—, la tarta Red Velvet tiene su historia. Nació en Estados Unidos hace ya un buen puñado de años, y al principio se hacía sin colorante. El tono rojizo venía por una reacción entre el cacao y el vinagre. Curioso, ¿verdad? Luego ya llegó el boom del rojo “a tope” y desde entonces se ha convertido en una de las tartas más reconocibles del mundo.
Y lo mejor de todo es que no solo es bonita, también está buenísima. Tiene ese punto entre bizcocho de chocolate y vainilla, con una textura aterciopelada (de ahí su nombre) y con un toque ácido del frosting de queso que lo equilibra todo. Vamos, que no es solo postureo de Instagram. Si no la has probado la Red Velvet casera, ya estás tardando.
ÍNDICE DE CONTENIDOS
Receta de tarta Red Velvet
Ingredientes
- 275 g de harina de repostería
- 10 g de cacao puro en polvo
- 1 pizca de sal
- 120 g de mantequilla a temperatura ambiente
- 2 huevos medianos
- 250 g de buttermilk (125 g de yogur desnatado, 125 g de leche semidesnatada, 1 cdita de zumo de limón)
- 1 cucharadita de esencia de vainilla
- 1 cucharadita de vinagre blanco
- 1 cucharadita de bicarbonato sódico
- 1 cucharadita de colorante rojo en gel o en pasta
Para el bizcocho
- 250 g de queso mascarpone o queso para untar
- 250 ml de nata para montar
- 80 g de azúcar glas
- 1 cucharadita de esencia de vainilla
Para el frosting de queso
Cómo hacer tarta Red Velvet fácil
-
Lo primero es preparar el buttermilk, que suena muy inglés pero no tiene misterio. Si no lo encuentras en el súper (que suele pasar), lo puedes hacer tú mismo en un momento:
-
Coge 125 ml de leche semidesnatada y 125 g de yogur desnatado y añade una cucharadita de vinagre blanco o zumo de limón.
-
Remueve un poco y déjalo reposar durante 10 minutos. Vas a ver que se corta un pelín, como si la leche estuviera agria. Tranquilo/a, es justo lo que tiene que pasar. Esa es la textura del buttermilk.
Con eso ya tienes lo que necesitas para que el bizcocho quede súper jugoso.
-
-
- En un bol, tamiza la harina, el cacao amargo y la sal. Esto ayuda a que todo se mezcle bien y no queden grumos raros. Dale un par de vueltas con una cuchara o unas varillas para que se integre todo. Reserva.
-
-
En otro bol grande (vas a usar este para toda la masa luego), bate la mantequilla a temperatura ambiente con el azúcar. Tiene que quedarte una mezcla esponjosa y clara. Puedes usar batidora eléctrica o varillas manuales si tienes paciencia.
-
Cuando ya esté bien integrado, añade los huevos uno a uno, batiendo bien después de cada incorporación.
- Añade el colorante rojo (en gel o en pasta, mejor que líquido para que no te agüe la masa) y la cucharadita de extracto de vainilla. Mézclalo bien hasta que quede uniforme.
- Añade los ingredientes secos (harina, cacao, sal) alternándolos con el buttermilk. O sea, un poco de harina, luego un poco de buttermilk, mezcla, y así hasta terminar.
- En un vasito aparte, mezcla el bicarbonato con el vinagre blanco (ojo, que burbujea). Échalo enseguida sobre la masa y mezcla con movimientos suaves. Este paso ayuda a que el bizcocho suba bien y quede esponjoso.
-
-
-
Precalienta el horno a 170 ºC (calor arriba y abajo, sin ventilador). Engrasa un molde de unos 20 cm de diámetro (o dos si quieres hacer capas).
-
Vierte la masa y hornea durante 35-40 minutos, o hasta que al pinchar con un palillo salga limpio. Si usas dos moldes, baja el tiempo a unos 25-30 minutos.
-
Cuando estén listos, deja que se enfríen del todo antes de desmoldar y cortar. Si puedes, déjalos reposar en la nevera unas horas, que luego se manejan mejor.
-
-
-
En un bol bien frío, monta la nata líquida hasta que esté firme. En otro bol, bate el queso crema con el azúcar glas y la vainilla hasta que quede cremoso.
-
Luego, con movimientos envolventes, mezcla la nata montada con la crema de queso.
-
Si has hecho dos bizcochos, coloca uno como base, pon una buena capa de frosting, coloca el otro encima y cubre todo con el resto de crema. Si has hecho uno solo como yo, cortalo en tres capas y haz lo mismo.
-
Decora al gusto: puedes dejarla lisita, hacer formas con una espátula, o rallar un poco de bizcocho para decorar como he hecho yo.
-

Consejos para que la Red Velvet te quede perfecta
Usa colorante en gel o pasta
Parece una tontería, pero no lo es. Si usas colorante líquido, te puede quedar rosa apagado o, peor aún, estropear la textura de la masa. Con el colorante en gel consigues ese rojo intenso sin tener que echar medio bote. Hay muchas marcas buenas (Wilton, Sugarflair…), y duran una eternidad.
No te saltes el vinagre y el bicarbonato
Aunque parezca una combinación rara, es clave en esta receta. La reacción entre ambos hace que el bizcocho suba bien y quede súper esponjoso. Y no, no sabe a vinagre, ni de lejos.
Enfría bien antes de montar
Tanto el bizcocho como el frosting deben estar fríos antes de montarlos. Si intentas cortar el bizcocho sin que esté completamente frío se desarmará. Es más, te aconsejo hacer el bizcocho el día antes.
Se conserva bien
La tarta aguanta perfectamente 3-4 días en la nevera, bien tapada. Y también puedes congelarla por porciones, es lo que hago siempre cuando la preparo y me sobra un trozo.
Cómo acompañar la tarta Red Velvet
La tarta Red Velvet, con su sabor suave y ese punto cremoso del frosting, pide a gritos un buen café. También puedes tirarte por el lado del té, sobre todo uno negro con un chorrito de leche, que le va muy bien.
Si la vas a usar como tarta de cumpleaños, una copa de vino espumoso o un cava rosado puede darle un punto elegante sin robarle protagonismo a la tarta. Algo fresquito, con burbuja, que acompañe sin cargar el paladar.
Otra opción que queda genial, tanto por sabor como por presentación, es añadir algunas frutas frescas al servirla. Unas frambuesas, fresas o arándanos le aportan un contraste ácido y visualmente queda de diez.
Ah, y si te apetece convertir un trozo de tarta en un postre digno de restaurante, añade una bolita de helado de vainilla al lado. Esa mezcla del bizcocho esponjoso con el frío del helado es una locura. No falla nunca.
Bueno, pues hasta aquí esta pedazo de tarta Red Velvet casera que, si te soy sincera, es de esas recetas que merece la pena hacer al menos una vez. Y lo más probable es que no sea la última. Porque entre lo bonita que queda, lo buena que está y lo bien que entra con cualquier excusa, se convierte en una favorita fácil.
Si te gustan las tartas de chocolate, no puedes dejar de probar la tarta de chocolate con ganache, una delicia suave y decadente, perfecta para los amantes del cacao y el toque cremoso que aporta la ganache de chocolate. Si eres fan de los sabores más especiados, la Carrot Cake es una opción increíble, con su esponjoso bizcocho de zanahoria, nueces y un frosting de queso crema que hace maravillas. Y si te atraen las tartas más clásicas, la tarta Sacher no te decepcionará, con su delicioso bizcocho de chocolate relleno de mermelada de albaricoque y cubierto con un glaseado brillante de chocolate que le da un toque irresistible.