Una de las consultas más frecuentes que recibimos los psicólogos es sobre las rabietas de los niños. Y la verdad es que como madre he de constatar que se trata de una etapa agotadora.

Alrededor de los dos años (o incluso antes), los niños empiezan una fase muy importante en su desarrollo que podríamos llamar de oposición. Alrededor de los cinco primeros meses el niño parte de una fusión total con la madre o su figura principal de cuidado. En los primeros tiempos incluso ni sabe que es un ser diferenciado. Con el paso de los meses, van ocurriendo acontecimientos en el desarrollo que nos muestran que el niño muestra una rudimentaria conciencia de sí mismo. Podemos ver cómo se refleja en el espejo y se alegra, cómo cuando nos vamos hace ruiditos para que volvamos junto a él, empieza a desplazarse como puede por todos lados, explora, mira, se mete objetos a la boca para descubrirlos… Y comienza a decirnos NO.

¿Qué ocurre? Que como muchas veces no puede ser lo que ellos quieren puede generar mucha frustración, siendo todavía pequeños para manejar sus emociones, sin apenas lenguaje para ponerle nombre y con un cerebro inmaduro todavía para ciertas funciones. ¿Cómo lo resuelven? Con las rabietas: gritando, pataleando… Las maneras de las que dispone para mostrar su frustración. Y esto puede generar en los padres un aluvión de emociones desde agobios, estallos de rabia, sentimientos de incapacidad…

¿Qué podemos hacer los padres para manejarnos en estas situaciones y ayudar a nuestros hijos? Aquí van algunos consejos:

9 claves para actuar frente a las rabietas

  • Positiviza esta etapa. Créeme, necesaria en su desarrollo y afortunadamente si logramos mantener la calma pasará en unos meses. Si tu hijo se muestra especialmente testarudo intenta anotar cada día tres aspectos positivos de él. Te ayudará a relativizar las cosas.
  • Si es posible, intenta prevenir las rabietas. Tú mejor que nadie conoces a tu hijo, sabes si está más cansado, si tiene sueño… Por lo tanto, hay situaciones que es mejor evitar. Por ejemplo, si es muy tarde para quedarse en el parque, quizás mejor no pasar por delante, ¿no?.
  • Pregúntate qué te pide, ¿es realmente tan importante? En aquellas cuestiones en las que no está en juego la seguridad, en las que son simplemente que quiere las zapatillas en vez de las sandalias que tú quieres ponerle quizás mejor tener en cuenta su deseo. No se trata de una batalla, intentamos que muestre sus deseos, pero de una manera más adecuada, sin gritos, ni lloros.
  • Si el niño se encuentra muy frustrado y la rabieta ya se ha producido, no intentes razonar en ese momento. ¿Tú eres razonable cuando estás muy enfadada? Yo desde luego no. Así que mejor háblale con palabras simples, ponle nombre a lo que sientes “estás muy enfadado, cuando se te pase hablamos”.
  • Una vez que está más tranquilo, o bien cuando identifiques que se está poniendo nervioso, intenta distraerlo con algún juguete y/o actividad que le guste mucho.
  • Cuando se trate de algo importante es importante mantener el no para los padres desde una actitud tranquila, sin enfados, haciéndole comprobar que una rabieta no es la manera de pedir las cosas. Ten en cuenta que flaco favor le haces si a través de una rabieta consigue lo que quiere. Para ti será un alivio, porque se callará, pero lo que estaremos haciendo es aumentar la probabilidad de que si en el futuro quiere algo nos lo pida llorando.
  • Aprovecha algún dibujo animado o cuento para explicarle lo que es estar enfadado. Pocoyo tiene varios capítulos donde se enfada porque se le escapa un globo y deja de jugar con sus amigos por esto. Utilizad esos momentos para explicarle qué es estar enfadado y que unas veces uno tiene lo que quiere y otras no.
  • Muéstrate como un modelo positivo de aceptación de la frustración, muchas veces los hijos nos siguen más en lo que somos que en lo que les  decimos. ¿Te enfadas e impacientas conduciendo y te ven perder los nervios? Si te ven aceptar las limitaciones de la vida con otro talante, les posibilitas observar otra forma de hacer las cosas.
  • Armaos de paciencia, es una etapa que bien llevada, pasa. Cuando transcurra un tiempo, según vaya adquiriendo más vocabulario, adquirirá más capacidad para poner nombre  a lo que siente.

Esta etapa de las rabietas es el principio de algo imprescindible y muy positivo para su formación como persona, “yo no soy tú, mamá (papá)”.  Aunque a veces exasperante, se trata de su manera de decirnos lo que quieren, sienten o piensan. Ayudemos a nuestros hijos a ser asertivos y a tolerar la frustración, será de gran ayuda para su vida adulta.

Imagen: christine [cbszeto]

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