La sopa de cebolla es uno de esos platos franceses que han traspasado fronteras y que, una vez lo pruebas, entiendes por qué. Es sencilla en cuanto a ingredientes, pero tiene ese punto especial del pan tostado con queso gratinado que la convierte en una receta espectacular para los días fríos.
En casa solemos tomarla como cena cuando quiero preparar algo diferente sin complicarme demasiado. El sabor de la cebolla bien pochada, con ese toque de vino blanco y caldo caliente, crea un fondo suave y muy rico que gusta a todos. Y lo mejor es que con un par de cazuelas en el horno y un buen pan, tienes un plato completo sin necesidad de mucho más.
No sé si te ha pasado, pero hay recetas que parecen muy sofisticadas solo por tener nombre francés. Y luego resulta que no tienen ningún misterio, solo tiempo y cariño. Esta sopa es justo eso: una receta humilde que se ha hecho un hueco en los menús más elegantes del mundo.
ÍNDICE DE CONTENIDOS
Receta de sopa de cebolla gratinada con queso
Ingredientes
- 6 cebollas blancas
- 2 cucharadas de mantequilla
- 2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
- 1 cucharada de harina de trigo
- 1 litro de caldo de carne
- 150 ml de vino blanco
- 1 baguette o pan del día anterior
- 150 g de queso rallado (gruyère o emmental)
- Sal
- Pimienta negra recién molida
Cómo hacer sopa de cebolla tradicional
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Lo primero es pelar y cortar las cebollas en juliana fina.
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En una cazuela grande ponemos la mantequilla junto con el aceite de oliva, y cuando estén calientes añadimos la cebolla con una pizca de sal, yo suelo poner también una hoja de laurel pero ya es a tu gusto. Hay que dejarla pochar a fuego bajo, removiendo de vez en cuando, hasta que se vuelva blanda y empiece a tomar un color dorado. Este proceso lleva su tiempo, unos 30 minutos aproximadamente, porque la gracia está en que la cebolla se cocine despacio.
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Cuando la cebolla esté en su punto, espolvoreamos la harina por encima y removemos bien para que se integre y pierda ese sabor a crudo. A continuación, vertemos el vino blanco y dejamos que se evapore el alcohol, lo cual suele tardar un par de minutos. Enseguida añadimos el caldo caliente, mezclamos y dejamos que la sopa cueza a fuego suave unos 20 minutos más, para que todo el sabor se concentre y quede una base rica y sabrosa.
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Mientras la sopa se cocina, cortamos la baguette en rebanadas y las tostamos, bien en el horno o en una sartén, hasta que estén doradas y crujientes. Esto es importante porque el pan debe aguantar el caldo sin deshacerse demasiado rápido.
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Para montar la sopa, repartimos la cebolla con su caldo en cuencos o cazuelas que puedan ir al horno. Colocamos encima una o dos rebanadas de pan tostado, cubrimos generosamente con queso rallado y metemos todo al horno precalentado con el grill fuerte. Lo dejamos hasta que el queso se derrita y forme esa capa dorada tan característica.
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Y ya está lista para servir. Se come bien caliente, recién salida del horno, con cuidado de no quemarse porque el queso mantiene mucho el calor.

Consejos para hacer sopa de cebolla francesa
- Lo ideal es usar cebolla blanca, porque su sabor es más suave y equilibrado.
- El pochado debe hacerse a fuego bajo y con paciencia, sin prisas, para que la cebolla quede tierna y con un punto dorado sin llegar a quemarse.
- Si el caldo es casero, la sopa gana muchísimo en sabor, aunque con un caldo de calidad también queda muy bien.
- El vino blanco es importante: uno seco y ligero funciona mejor que uno afrutado.
- El pan debe estar bien tostado, casi duro, para que aguante el caldo al gratinarse y no se deshaga enseguida.
- El queso clásico es el gruyère, aunque el emmental también funciona; incluso puedes mezclar ambos para un gratinado más sabroso.
- Si no tienes cazuelas individuales, puedes gratinar la sopa en una fuente grande y luego servir porciones.
Cómo acompañar la sopa de cebolla gratinada
La sopa de cebolla francesa es un plato bastante completo, sobre todo cuando lleva el pan y el queso gratinado, así que muchas veces basta con servirla como cena única acompañada de una ensalada ligera. Una ensalada verde con un aliño sencillo de aceite y vinagre suele ser suficiente para equilibrar el menú.
Si la sirves como primer plato dentro de una comida más elaborada, puedes continuar con carnes al horno o guisos suaves, ya que la sopa tiene bastante carácter y conviene que el siguiente plato no sea demasiado pesado. Un pollo asado o un pescado al horno encajan muy bien después de esta sopa.
En cuanto a bebidas, los vinos blancos secos son una elección segura, porque van en armonía con el toque de vino de la propia sopa.Y si la tomas en una cena sencilla, un vaso de cerveza rubia fría también puede acompañar de maravilla.
Bueno, pues ya ves que la sopa de cebolla francesa no tiene tanta complicación como parece al principio. Solo necesitas un poco de tiempo para que la cebolla se haga despacio y dejar que el horno haga su magia con el gratinado. Es de esas recetas que apetecen en cuanto empieza el frío, y que en casa desaparecen de la mesa en un abrir y cerrar de ojos. Si no la has probado nunca, te animo a que lo hagas porque merece la pena.
Si buscas otras recetas de sopas y cremas, no puedes dejar de probar la vichyssoise, una crema fría de puerros y patata muy suave y refrescante, la crema de zanahoria, dulce y ligera, perfecta para empezar cualquier comida, la crema de calabaza, con su sabor dulce y aterciopelado que encanta tanto a mayores como a niños, y la crema de calabacín, sencilla y rápida de preparar, ideal para las cenas de entre semana cuando buscas algo calentito y nutritivo.