La regulación emocional de nuestro bebé es una de las tareas más importantes dentro de la crianza. De ello dependera que consigamos que nuestro hijo crezca tranquilo y feliz.

En este artículo vamos a abordar algunas de las cuestiones más importantes con respecto a la regulación emocional del bebé.

¿Qué es la regulación?

Desde el momento en que tenemos en nuestros brazos al bebé que acaba de nacer, comienza un periodo de acomodaciones mutuas que se realiza a través de los cuidados que le prodigamos.

Cuanto mejor conozcamos a nuestro bebé en su singularidad y comprendamos su momento de desarrollo, más interesante nos resultará todo el proceso. Esto hará que le prestemos más atención y, cuanto mayor sea la atención que reciba, mayor será la atención que a su vez recibamos por su parte.

Sus propias reacciones nos irán guiando en este proceso: Si lo vemos en calma y satisfecho sabremos que lo estamos haciendo bien. Por el contrario, si llora o parece incómodo, nos está indicando que hay algo que debemos hacer para que se sienta mejor. Nuestros intereses y los suyos son los mismos, los dos estamos del mismo lado. Sus sentimientos y nuestros sentimientos también son los mismos, si llora o está molesto nos resultará imposible sentirnos bien.

¿Por qué es importante la regulación?

El bebé humano nace más inmaduro que el resto de los mamíferos. Nace equipado biológicamente para seguir desarrollándose pero no puede hacerlo sólo, necesita de un cuidador adulto más preparado que él para mantenerse con vida y desarrollarse. Es a través de los cuidados y de las interacciones con la madre o el cuidador principal que las capacidades innatas del bebé (físicas y psíquicas) se van activando y desarrollando. Cada bebé nace con una determinada genética y una serie de posibilidades para desarrollarse que son únicas. Su cuerpo está programado para desarrollarse de determinada manera pero no de forma automática y autónoma, el bebé en realidad es un proyecto interactivo. Sus sistemas están preparados para ponerse en actividad, pero son incompletos y solamente se desarrollarán en respuesta a estímulos humanos determinados.

La forma en que cada madre cuida a su bebé irá condicionando la forma en que el bebé se va a ir desarrollando. Esto estará determinado por la propia subjetividad de la madre y por cómo ella percibe a su bebé real, lo diferencia de su bebé imaginario y, en base a esto, va interpretando las comunicaciones de su hijo adecuadamente para poder darles respuesta. Lo más importante es que la madre o la persona encargada del cuidado esté presente, sea receptiva y esté disponible emocionalmente para él, de manera que pueda percibir sus señales, darles el significado adecuado y regular su estados.

Hasta los 2 meses la regulación se centrará en el cuerpo del bebé y sus funciones básicas: hambre, sed, excreción, grado de excitabilidad, ritmo de sueño y vigilia. A nivel fisiológico el bebé humano es todavía en cierto sentido bastante dependiente del cuerpo de la madre. Depende de su leche para ser alimentado, para obtener protección inmunológica y para regular su ritmo cardíaco y presión sanguínea. Su actividad muscular y su nivel de hormona de crecimiento son regulados por el contacto físico con su mamá. El cuerpo de la madre lo mantiene caliente y el nivel de hormonas de estrés del bebé también es regulado  por su madre mediante el amamantamiento y el contacto físico.

La importancia de la madre o cuidador/a principal en la regulación

La madre responde a las emociones del bebé de forma no verbal, con sus expresiones faciales, su tono de voz y la manera de tocarlo y manejarlo. De esta manera calma a su bebé cuando está excitado y llora con intensidad, conectando empáticamente con sus sentimientos e identificándose con el estado de su bebé para luego llevarlo gradualmente mediante sus intervenciones hacia un estado de mayor tranquilidad. Así la madre regula los estados afectivos de su hijo en los que predominan los sentimientos negativos transformándolos en estados donde predominen sentimientos más positivos. Ayudando a tu bebé a tranquilizarse le estarás enseñando a sentirse calmado y relajado. En la medida que experimente esta sensación de sosiego empezará paulatinamente a desarrollar estrategias para alcanzar esta sensación por sí mismo.

Para poder llevar a cabo esta tarea la madre tiene que ser capaz de reconocer y de regular sus propios sentimientos. Tiene que ser capaz de observarse y observar sus pensamientos y sentimientos hacia el bebé y de detectar de qué manera estos influyen en su relación con él. Será importante también que la madre disponga de la seguridad afectiva necesaria para poder concentrarse en la tarea de la crianza. En esta etapa se verán incrementadas sus propias necesidades de contención afectiva y protección, por eso es muy importante que cuente con una buena red de apoyo.

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