Desde la etapa prenatal, dentro del vientre materno, los bebés se pueden ver afectados por el estrés. En esta etapa del crecimiento, las partes del cerebro responsables de responder al estrés son  más vulnerables. La respuesta al estrés ya se está formando en el bebé no nacido y puede verse afectada por los estados de la mamá. En especial por los por los niveles altos de una sustancia llamada cortisol de ésta.  Los bebés expuestos a experiencias estresantes en el útero, al nacer suelen parecer  “bebés difíciles”.

Un ejemplo de esto lo podemos encontrar en el estudio de Michael Lieberman, que demostró que el feto se agita dentro del útero cada vez que una embarazada fumadora piensa en encender un cigarrillo. El tabaco disminuye la provisión de oxígeno del bebé, y esta desagradable experiencia, deja al feto en un estado de incertidumbre y miedo, ya que no sabe cuándo se va a repetir la desagradable experiencia. El estrés de los bebés no nacidos también aumenta cuando las  madres beben alcohol estando embarazadas.

¿Puede la experiencia de parto aumentar los niveles de cortisol del bebé?

El nacimiento mismo puede resultar traumático para un bebé. Un parto difícil en el que se tengan que utilizar fórceps puede aumentar los niveles de cortisol, lo que no ocurriría en un parto normal o con una cesárea.

¿El temperamento tiene algo que ver con la respuesta al estrés?

También hay bebés que nacen con temperamentos más sensibles por razones genéticas. Con respecto al temperamento, existen dos  amplias categorías: Los bebés que son menos reactivos y los bebés más reactivos. Estos últimos lloran más y  tienden  a ser más tímidos y asustadizos porque se sienten fácilmente desbordados por los estímulos.

Ya sea por razones de temperamento o por las experiencias que han tenido antes de nacer, los bebés más reactivos se estresan con facilidad y necesitan  más cuidados por parte de los padres para mantenerlos libres de estrés. Necesitan que se los tranquilice y se los calme más, teniéndolos en brazos y dándoles de comer con más frecuencia para poder conseguir que tengan un nivel de respuesta y reacción normal. Ya que este tipo de bebés es más difícil de cuidar que un bebé más fácil, muchos de estos niños pueden terminar de mayores con  sistemas de estrés muy reactivos, niveles altos de cortisol de base y riesgo de inseguridad emocional.

La seguridad emocional depende del tipo de cuidado que reciben los bebés y de si los padres pueden o no ser capaces de satisfacer las necesidades de estos niños más reactivos. Es decir, que los resultados dependen de la calidad de la relación y no del temperamento individual.

¿Cómo es el estrés en los bebés?

Para los bebés, el estrés está relacionado mucho más con la supervivencia física. Los recursos de los bebés son tan limitados, que son incapaces de mantenerse a sí mismos con vida.  Por eso, resulta estresante para ellos que la madre no esté cuando la necesitan o que no responda de forma rápida dándoles de mamar, dándoles calor o brindándoles la sensación de seguridad que necesitan. Si sus necesidades no son satisfechas por otras personas, el bebé puede percatarse más de sus sensaciones de impotencia e indefensión. El estrés para los bebés puede incluso llegar al nivel de trauma, ya que sin la ayuda de sus cuidadores podría efectivamente morir.

La causa del estrés no es necesariamente importante, lo que realmente importa es la presencia y disponibilidad de una figura de apego mejor dotada que el bebé para la supervivencia que le ayude a manejarlo. Por este motivo el llanto del bebé  tiene una función de vital importancia, la de generar una respuesta de estrés a su vez en los cuidadores, evitando la falta de atención y asegurando una respuesta por parte de ellos que permita su supervivencia.

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