Zarangollo murciano

Cómo se hace el zarangollo murciano

Zarangollo murciano con patatas. Así, sin más. Puede que los más puristas levanten una ceja, porque la receta original no las lleva, pero a mí me parece que así queda más completo, más contundente… y más rico, la verdad. Una vez lo hice así, con lo que tenía por casa, un poco a lo loco, y fue un acierto total. Desde entonces cae muy a menudo, porque a mis hijos les encanta.

No tiene ningún misterio: patatas, calabacín, cebolla y huevos. Cuatro cosas de toda la vida, de las que casi siempre tienes en casa. Lo que me gusta es que no necesitas medir nada al milímetro ni estar pendiente del reloj todo el rato. Vas controlando a ojo, removiendo cuando toca, y ya está. Cocina sin agobios, como la de antes.

Lo bueno es que no solo es fácil, sino que encima está buenísimo. Yo suelo hacerlo como plato principal para cenar, con un poco de pan al lado y ya no necesito nada más. Pero también te lo puedes montar como tapa, entrante o incluso acompañamiento. Tiene ese punto casero que te hace pensar en comidas en familia, con mantel de cuadros y platos sin postureo.

Receta de zarangollo murciano

Ingredientes

  • 2 patatas medianas
  • 3-4 calabacines
  • 1 cebolla grande
  • 4 huevos
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Sal al gusto

Cómo hacer zarangollo murciano

  • Empieza pelando las patatas y cortándolas en dados pequeños. En una sartén grande echa un buen chorro de aceite de oliva y, cuando esté caliente, añade las patatas. Fuego medio, ni muy alto ni muy bajo, y a dejarlas que se frían poco a poco hasta que estén blanditas por dentro y ligeramente doradas por fuera. Tardan unos 12-15 minutos, más o menos.

  • Mientras se hacen las patatas, corta los calabacines también en dados. Pela la cebolla y córtala en juliana.

  • Cebolla Calabacin Patata

    Cuando las patatas estén listas, sácalas de la sartén y déjalas escurrir un poco en un plato con papel de cocina. En esa misma sartén (sin limpiar, que ahí está todo el sabor), echa un poquito más de aceite si hace falta y añade la cebolla. Déjala pochar a fuego medio-bajo durante unos 5 minutos, removiendo de vez en cuando para que no se queme. Luego añade el calabacín, remueve bien y cocina todo junto unos 10-12 minutos más, hasta que veas que está todo blandito y empieza a coger color.

  • Cebolla Calabacin Patata Huevo

    Cuando las verduras estén hechas, vuelve a meter las patatas en la sartén y mezcla bien. Sube un poco el fuego y deja que se junten los sabores un par de minutos, removiendo de vez en cuando. Bate los huevos en un bol con una pizca de sal, y cuando tengas la mezcla caliente, baja el fuego y échalos por encima. Aquí es importante no dejarlo solo: remueve con una espátula o cuchara de madera hasta que el huevo cuaje pero sin secarse. Tiene que quedar jugoso, como un revuelto.

  • Y ya está. Apaga el fuego y déjalo reposar un par de minutos antes de servir. Yo suelo espolvorear un poco de perejil fresco por encima, pero no es obligatorio.

Zarangollo Murciano Receta Tradicional

Consejos para hacer zarangollo murciano

  • Usa calabacines pequeños y firmes, que sueltan menos agua y tienen mejor sabor. Si ves que el tuyo suelta mucha agua al cocinar, sube un poco el fuego para que evapore antes de añadir el huevo.
  • No escatimes en aceite, sobre todo al freír las patatas. Si te pasas un poco, siempre puedes escurrirlas después con papel de cocina, pero si te quedas corto se pegan o quedan secas.
  • Cocina todo a fuego medio o medio-bajo, sin prisas. Es un plato que mejora si le das su tiempo. Si vas con prisa, corres el riesgo de que las verduras queden duras o el huevo muy seco.
  • Añade el huevo al final y con el fuego bajo. Esto es clave. Si el fuego está muy fuerte, se cuaja en segundos y queda como una tortilla rota, no como un revuelto jugoso.
  • Prueba antes de salar. Las patatas suelen absorber bastante sal, pero es mejor rectificar al final para no pasarte.
  • Si te sobra, guárdalo en la nevera. Al día siguiente, calentado a fuego lento o incluso en el micro, sigue estando buenísimo. A mí a veces me gusta más al segundo día.

Cómo acompañar el zarangollo murciano

Lo más habitual es servir el zarangollo murciano como tapa o primer plato, templado o caliente, con un poco de pan crujiente al lado. Y si ese pan es de pueblo, con buena miga y corteza dura, mejor que mejor. Ya sabes, de los que se mojan en el aceite sin deshacerse.

También queda genial como guarnición para carnes a la plancha o a la brasa, sobre todo pollo o cerdo. Si haces un filete sencillo y le pones una cucharada de zarangollo al lado, tienes un plato completo sin esfuerzo.

Otra opción que me gusta bastante es servirlo frío, como si fuera una ensalada tibia, sobre una tostada o incluso como relleno para un bocadillo un poco más original. No es lo típico, pero para una cena rápida funciona muy bien.

Y si eres de los que aprovechan el tiempo haciendo Batch Cooking, puedes hacer el zarangollo por la mañana y dejarlo listo para la noche. Solo hay que calentarlo un poco y listo. Incluso puedes llevarlo en un tupper al trabajo y comerlo tal cual, sin necesidad de microondas.

Bueno, pues ya lo tienes: un zarangollo murciano con patatas sencillo, sabroso y muy de andar por casa. Una de esas recetas que haces una vez y repites porque es fácil, barata y funciona. Si te animas a probarlo, ya verás cómo acaba entrando en tu lista de “platos de batalla” para el día a día. Y si lo haces a tu manera, con algún toque personal, tampoco pasa nada… para eso están las recetas, ¿no?

Si te gustan las recetas con calabacín, no puedes dejar de probar los calabacines rebozados, crujientes por fuera y tiernos por dentro, perfectos para un picoteo rápido o como acompañamiento. La receta de calabacines rellenos también es un acierto: los puedes hacer con carne, arroz o incluso atún, y se gratinan al horno con un poco de queso por encima. Si prefieres algo más ligero, el calabacín a la plancha es una opción rápida y saludable que se prepara en cinco minutos con solo un poco de aceite y sal. Y si buscas algo original para picar, prueba los palitos de calabacín al horno, que quedan dorados y sabrosos sin necesidad de freír, ideales para mojar en una salsa casera.

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