Dormir… qué importante es el sueño, nos permite coger fuerzas, descansar la mente y enfrentarnos con energía a nuestro día a día. Todos deseamos que los peques duerman bien, sin contratiempos, de un tirón. Y desde bien pequeños nos empeñamos en conseguirlo. Pero OJO, el sueño infantil es muy diferente al sueño adulto y tenemos que tener paciencia con este tema.

Un niño necesita más horas de sueño que los adultos, no tenemos más que fijarnos en el tiempo que pasan dormidos los bebés recién nacidos… Durante el sueño, crecen y se instauran procesos de aprendizaje, ¡qué mejor razón para conseguir un buen hábito! Y no dominan conciliar el sueño, cuántas veces hemos visto a niños que se caen de cansancio, se frotan los ojos, se muestran incómodos… y no son capaces de “echarse a dormir”.

Es un proceso de desarrollo madurativo y aprendizaje. Por lo tanto, no nos empeñemos en avanzar deprisa, solo conseguiremos crear un mal hábito y acabar de los nervios. ¿Cómo hacerlo entonces? Te dejamos unas orientaciones para el primer año, sin duda, el más duro.

Recién nacidos

Verás que la alimentación y el sueño están muy relacionados. Es capaz de dormir en cualquier situación y a cualquier hora. Introduce un ritual de sueño, es decir, acostúmbrate a hacer lo mismo para dormir. Cuando ya ha comido, expulsado los gases y se ha mantenido activo un ratito, le vendrá el sueño. Por el día no cierres todas las persianas ni provoques silencio absoluto. El ruido y la luz ambiente, con respeto por no hacer ruidos estridentes muy cerca, será suficiente. De noche un baño, un masaje o caricias relajantes antes de una toma facilita el sueño. Con el tiempo estará más activo y mostrará sus preferencias horarias para dormir (siesta a media mañana, a media tarde, más de 3 horas seguidas por la noche…), que os servirán a vosotros para organizaros en el día a día.

A partir de los 3-4 meses

Ya se habrán creado unas rutinas que le permitirán anticipar la hora de dormir. Ahora toca mantenerlas y adaptarse a los nuevos cambios: se mantiene más activo y despierto. Comienza a introducir objetos y juegos antes de dormir. Aprovecha el baño para disfrutar de un momento especial para todos, le ayudará a mantenerse relajado durante la cena. Antes de acostarlo deja que repose la comida, la lectura de un cuento corto con imágenes, un juego tranquilo, canciones para dormir… Alrededor de los 7 meses comenzarán con los dientes, algunos incluso antes, que les produce dolor y hace que se despierten más veces y más alterados. Acompáñale, tranquilízale y ten paciencia. A lo largo del día seguirá con sus siestas, algunos ya no hacen la de media mañana o la de media tarde, pero es muy importante la de después de comer, esa no debe perderse en mucho tiempo. Este descanso les permite disfrutar de la tarde, de lo contrario se mostrarán cansados y la tarde se hará “cuesta arriba” para todos.

A partir de los 7-8 meses

Toca enfrentarse a más cambios, los períodos de actividad se prolongan, querrán permanecer más tiempo despiertos, incluso a veces se negarán a acostarse. Descubren a su alrededor multitud de estímulos, ¡¡parecen incansables!! Sigue manteniendo las rutinas y rituales de siempre, ahora con un poco de flexibilidad y anticipación. Antes del baño  avísale que en un rato se irá a bañar, deja que juegue con sus cosas en el agua y que te ayude en la cocina, si es muy pequeño que te acompañe. Después de la cena un juego relajado, un cuento y a la cama. Cuando llega el verano, tenemos visitas, de vacaciones… nuestros horarios y costumbres cambian un poco. Intenta ser flexible pero no olvides mantener un orden en las rutinas, por su seguridad y tranquilidad.

¿Cuándo en su habitación?, ¿Cuándo una cama?

Cada niño es diferente, con una familia diferente, necesidades e inseguridades diferentes… por lo que cada uno valora cuando es el momento de pasarlo a su habitación o cambiarlo a la cama. Algunos, practican colecho y es el pequeño quien decide irse a su habitación. Otros, prefieren pasarlo en cuanto duerme muchas horas seguidas por la noche. Todas respetables, siempre y cuando se tenga claro cómo se quiere actuar y el pequeño sea atendido saludablemente. Si decides pasarlo a su habitación o cama ten en cuenta una serie de aspectos: que no coincida con una situación nueva o cambio en la familia (hermanito, quitar pañal…), que es un logro a reforzar y que una mala experiencia le haga coger miedo (utiliza barras protectoras en la cama para evitar caídas, cuidado con la decoración del cuarto y la luz que pueda generar sombras…)

La falta de sueño en los niños hace que su atención se vea disminuida, les cueste concentrarse en lo que hacen y se muestren más nerviosos y enfadados. Como ves, es un factor esencial de vida saludable, tanto física como psicológica.

¡Vota si te ha gustado!