La fabada asturiana es de esos platos que no solo alimentan, sino que también reúnen a la familia alrededor de la mesa. No sé si te ha pasado, pero en cuanto el guiso empieza a burbujear y a soltar ese olor tan característico, ya sabes que toca comer a lo grande. Es un plato que pide calma, fuego lento y una buena sobremesa después.
En mi casa solemos preparar fabada sobre todo los domingos fríos de invierno. Bueno, a ver, no te voy a engañar, alguna vez también en primavera porque a mis hijos les encanta y me la piden. Y claro, una no siempre puede resistirse. Al final es de esas recetas que no necesitan presentación: un buen plato humeante, con las fabes tiernas y el compango que le da toda la gracia.
Lo bonito de la fabada asturiana es que no requiere complicaciones raras, solo buenos ingredientes y paciencia. Eso sí, cada familia tiene sus truquitos, su manera de hacerla. Y oye, la verdad es que no hay dos fabadas iguales, pero todas comparten ese espíritu de plato casero que te deja con la sensación de estar en Asturias aunque no salgas de tu cocina.
ÍNDICE DE CONTENIDOS
Receta de fabada asturiana
Ingredientes
- 500 g de fabes de la Granja (judías blancas asturianas)
- 2 chorizos asturianos
- 2 morcillas asturianas
- 200 g de tocino
- 1 trozo de lacón asturiano
- 1 cebolla
- 2 dientes de ajo
- 1 hoja de laurel
- 1 cucharadita de pimentón
- Sal al gusto
Cómo hacer fabada asturiana tradicional
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Lo primero es poner las fabes a remojo la noche anterior. Cúbrelas con bastante agua fría, porque suelen hincharse bastante y no queremos que se queden secas. Al día siguiente, escúrrelas bien y resérvalas.
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En una olla grande coloca las fabes y el compango asturiano: el lacón, el tocino, los chorizos y las morcillas. También la cebolla entera pelada y la hoja de laurel. Cubre todo con agua fría, que sobrepase los ingredientes unos tres dedos más o menos, y ponlo a fuego medio.
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Cuando empiece a hervir, verás que se forma una espuma en la superficie. Con una espumadera, retírala poco a poco. Este paso es importante porque así la fabada queda más limpia. Una vez hecho esto, baja el fuego para que el guiso siga cociendo suavemente.
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A lo largo de la cocción conviene “asustar” las fabes un par de veces. Esto significa añadir un poco de agua fría cuando estén hirviendo, lo justo para cortar la ebullición. Con esto se consigue que no se rompan y queden tiernas.
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El guiso debe cocer a fuego lento durante unas dos horas y media, incluso tres si hace falta. No remuevas las fabes con cuchara, que se parten; basta con mover la olla con suavidad de vez en cuando. A mitad de la cocción añade el pimentón y un par de dientes de ajo machacados. Corrige de sal al final, teniendo en cuenta que el lacón ya aporta bastante.
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Cuando las fabes estén tiernas y el caldo tenga ese color rojizo característico, retira la cebolla, la hoja de laurel y ya puedes llevar la fabada a la mesa. Lo ideal es dejarla reposar unos minutos antes de servir, porque los sabores se asientan y mejora todavía más.

Consejos para hacer fabada asturiana
- El remojo es fundamental: no te saltes nunca el paso de dejar las fabes en agua desde la noche anterior. Al hidratarse poco a poco, luego no se rompen en la cocción y consigues que queden tiernas y mantecosas. Además, si te sobra tiempo, puedes cambiarles el agua a mitad del remojo para que resulten más ligeras.
- Usa agua fría siempre: tanto para empezar la cocción como para “asustar” las fabes a mitad de guiso. Añadir agua fría es lo que ayuda a cortar la ebullición y evita que las fabes se deshagan. Si se te olvida y echas agua caliente, es muy fácil que se abran y te quede una fabada apelmazada.
- No remuevas con cuchara: es una tentación porque piensas que así se reparte mejor el caldo, pero las fabes son delicadas y se rompen enseguida. Lo mejor es mover la olla con movimientos circulares, sujetándola de las asas, para que todo se mezcle sin destrozar el guiso.
- El fuego lento es la clave: la fabada no tiene atajos. Si intentas acelerar el proceso subiendo el fuego, lo más probable es que las fabes se abran y el caldo pierda ese punto espeso tan característico. Cocinar a fuego bajo durante horas es lo que le da esa textura melosa que tanto gusta.
- Mejor de un día para otro: si puedes, prepara la fabada la víspera. Al reposar toda la noche, los sabores se integran mucho mejor y el caldo gana cuerpo. Al día siguiente, con solo calentarla a fuego suave, tendrás un plato todavía más sabroso.
- Cuida los embutidos: el chorizo y la morcilla son el alma del plato, así que merece la pena que sean asturianos. El sabor ahumado y la calidad de estos embutidos hacen que la fabada tenga ese gusto auténtico. Si usas otros más corrientes, el resultado cambia bastante.
Cómo acompañar la fabada asturiana
La fabada asturiana es de esos platos que ya por sí solos llenan la mesa, pero claro, siempre se disfrutan más con un buen acompañamiento. Lo primero que no puede faltar es un pan con buena corteza, de esos que crujen al partirlo y que sirven para mojar en el caldo. Ya sabes, lo típico de que al final terminas rebañando el plato.
En cuanto a la bebida, la sidra asturiana es la pareja perfecta. Ese punto fresco y ácido equilibra muy bien lo contundente de la fabada. Si no tienes sidra a mano, un vino tinto joven también funciona estupendamente, nada muy pesado para que no se haga demasiado fuerte la comida.
Y un detalle más: la fabada suele servirse en la misma olla o cazuela donde se ha cocinado. Hay algo especial en llevarla al centro de la mesa humeante y que cada uno se sirva. Da esa sensación de comida de domingo en familia, sin prisas, con la cuchara lista y la conversación fluyendo alrededor.
Al final, la fabada asturiana es de esos platos que no necesitan complicarse demasiado para ser una maravilla. Solo con buenos ingredientes, paciencia y fuego lento tienes una comida de las que dejan huella. Yo la preparo de vez en cuando, no todas las semanas porque es bastante contundente, pero cuando cae… en casa no queda ni una fabe en la olla.
Si te animas a hacerla, ya verás que no tiene tanta dificultad como parece. Eso sí, planifícate un poco porque entre el remojo y las horas de cocción lleva su tiempo. Pero bueno, mientras tanto, siempre puedes ir haciendo otras cosas y dejar que el guiso se vaya haciendo solo.
Si buscas otras recetas que te hagan viajar a Asturias en familia sin moverte de casa, no puedes dejar de probar los chorizos a la sidra, un plato sencillo pero lleno de sabor donde los chorizos se cocinan lentamente en sidra natural; el cachopo, una especie de filete relleno de jamón y queso que se hace crujiente por fuera y jugoso por dentro; la tarta de Santiago, un postre tradicional de almendra y azúcar que se sirve en celebraciones y es muy fácil de preparar; y el arroz con leche, un dulce cremoso aromatizado con canela y limón que siempre recuerda a la cocina casera de toda la vida.


