El roscón de Reyes es de esas cosas que en España damos por hechas cada 6 de enero. Ya sabes:se pone en la mesa y ahí está, redondo, esponjoso, con sus frutas de colores brillando. Lo típico, vamos. Yo no sé a ti, pero a mí me sigue recordando a cuando era niña y me peleaba con mi hermana por la parte con más fruta escarchada.
En España tenemos costumbres muy marcadas alrededor de este postre. No es solo comerlo, es el juego de encontrar la figurita escondida, la risa de quien se topa con el haba y le toca pagar el roscón… Lo típico de cada año. Y aunque hoy en día los supermercados están llenos de versiones industriales, nada tiene que ver con un roscón de Reyes casero hecho con paciencia y buena masa.
Mira, hacer este bollo en casa no es tan complicado como parece. Sí, lleva su tiempo porque la masa necesita reposar, pero el resultado merece la pena. Además, lo decoras a tu gusto y tienes la satisfacción de poner en la mesa algo 100% tuyo. Y lo mejor es que puedes comerlo tal cual o rellenarlo con nata, crema o trufa, según lo que más os guste en casa.
ÍNDICE DE CONTENIDOS
Receta de roscón de Reyes
Ingredientes
- 650 g de harina de fuerza
- 25 g de levadura fresca de panadería
- 250 ml de leche entera (templada)
- 120 g de azúcar
- 120 g de mantequilla a temperatura ambiente
- 2 huevos medianos + 1 yema
- Ralladura de 1 naranja
- Ralladura de 1 limón
- 30 ml de agua de azahar
- 1 pizca de sal
- Fruta escarchada variada (cerezas, naranja, melón, etc.)
- Almendra laminada
- Azúcar húmeda (azúcar mezclado con unas gotas de agua)
- 1 huevo batido (para pincelar la masa antes de hornear)
Para decorar
Cómo hacer roscón de Reyes casero
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Para empezar, hay que preparar la masa de arranque. Es muy sencilla: pon 90 g de harina de fuerza en un cuenco, añade la leche tibia (no caliente) y la levadura fresca de panadería desmenuzada. Mézclalo bien con una cuchara o con la mano hasta que tengas una masa blandita y homogénea. Tápala con un paño y deja que repose en un bol durante unos 20 minutos, hasta que fermente.
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En otro cuenco grande pon el resto de la harina (unos 560 g), junto con el azúcar, la ralladura de naranja y de limón, el agua de azahar, los dos huevos y la yema y la pizca de sal. Añade también la masa de arranque ya fermentada y empieza a mezclar. Al principio será una masa pegajosa, pero en cuanto empiece a ligarse puedes añadir la mantequilla a trozos, que debe estar blandita para que se integre bien.
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Cuando tengas todo unido, pasa la masa a la encimera y amásala con calma. Este paso lleva su tiempo, porque hay que trabajarla hasta que quede lisa y elástica, pero merece la pena insistir un poco. Si ves que se pega demasiado, lo mejor es engrasarse un poco las manos con aceite en vez de añadir más harina.
Si tienes amasadora pues mucho mejor, te ahorras el esfuerzo. -
Hecho esto, pon la masa en un cuenco ligeramente aceitado, cúbrelo con un paño y deja que repose hasta que doble el volumen. Lo normal es que tarde unas dos horas, aunque depende mucho de la temperatura de la cocina. Lo importante es esperar a que de verdad haya subido bien.
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Cuando esté lista, llega el momento de darle forma. Coloca la masa sobre la encimera, haz un agujero en el centro con los dedos y estírala con cuidado hasta que se forme un anillo grande. Ponlo en una bandeja de horno forrada con papel y vuelve a dejarlo reposar tapado una hora más, para que coja aire y quede ligero. Si quieres meter el haba y la figurita, este es el momento, bien envueltas para que no manchen.
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Antes de hornear hay que darle el toque final. Bate un huevo y pinta la superficie con una brocha de cocina. Coloca las frutas escarchadas, alternando colores para que se vea vistoso, reparte almendra laminada y añade montoncitos de azúcar humedecido. Este último detalle es lo que le da ese contraste entre tierno y crujiente que lo hace tan especial.
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Con el horno precalentado a 180 ºC, mete la bandeja en la parte central y hornéalo durante unos 25 minutos. Conviene vigilarlo, porque a veces se dora demasiado pronto; si pasa eso, basta con cubrirlo con papel de aluminio hasta el final del horneado. Una vez cocido, sácalo, déjalo enfriar sobre una rejilla y ya tienes tu roscón listo para la mesa.

Consejos para hacer un roscón de Reyes perfecto
- Usa harina de fuerza, es la que le da estructura y elasticidad a la masa.
- Respeta los tiempos de levado; si la masa no sube bien, el roscón quedará duro.
- No tengas prisa al amasar: cuanto más trabajada esté la masa, más esponjoso será el resultado.
- Si la cocina está fría, deja levar la masa dentro del horno apagado con la luz encendida, crea un ambiente templado que ayuda mucho.
- Engrasa las manos con un poco de aceite en lugar de añadir harina extra, así evitas que se reseque la masa.
- Coloca un aro o un vaso engrasado en el centro del roscón durante el segundo levado para que no se cierre el agujero al crecer.
- Vigila el horneado: si se dora demasiado rápido, cúbrelo con papel de aluminio hasta que termine el tiempo.
- Para que el azúcar humedecido quede bonito, mézclalo justo antes de decorar, así mantiene el brillo.
Cómo acompañar el roscón de Reyes con cremas
Una de las cosas buenas del roscón de Reyes casero es que lo puedes dejar tal cual, solo con la fruta escarchada y el azúcar, o bien abrirlo por la mitad y rellenarlo. Aquí entran en juego las cremas, que cambian totalmente la experiencia de comerlo.
La opción más clásica es la nata montada. Bien firme y ligeramente azucarada, combina perfecto con la masa esponjosa. Eso sí, conviene montarla en el momento para que no pierda consistencia.
Otra alternativa muy popular es la trufa, que no es más que nata montada con cacao en polvo o chocolate fundido. Da un punto más goloso y suele gustar mucho a los que no perdonan el chocolate en estas fiestas.
La crema pastelera también es un relleno muy apreciado. Suave, con ese toque de vainilla, hace que cada bocado sea más jugoso. Eso sí, aquí el trabajo es un poco mayor porque hay que cocinarla y dejarla enfriar bien antes de usarla.
Y, aunque no se ve tanto últimamente, el cabello de ángel sigue siendo una opción tradicional. Le da un toque más dulce y pegajoso, muy distinto al resto de cremas. Puede que divida opiniones, pero sigue teniendo sus fieles.
La verdad es que el roscón de Reyes tiene algo especial. No es solo un dulce, es casi un ritual que marca el final de la Navidad. Prepararlo en casa puede parecer un poco rollo al principio por los tiempos de levado, pero cuando lo sacas del horno y toda la casa huele a masa dulce con azahar, entiendes que merece la pena.
No sé si te pasa, pero muchas veces acabamos comprando el primero que vemos en el súper y luego nos decepciona porque se seca en un día. En cambio, el casero aguanta tierno más tiempo y, sobre todo, sabes lo que lleva. Eso da mucha tranquilidad.
Así que, si este año te animas, no te agobies: sigue los pasos con calma, déjate llevar y ya verás la cara de la familia cuando lo pongas en la mesa. Eso no tiene precio.
Te sugerimos otras recetas de Navidad tradicionales para sorprender a todos en las fiestas: diviértete con los niños haciendo una casita de jengibre; lleva a la mesa un tronco de Navidad de lo más clásico y tradicional; o sorprende a tus niños poniendo un poco de carbón dulce entre los regalos de Reyes.



