Rosquillas de anís

Rosquillas de anís receta de la abuela
Disfruta de unas rosquillas de anís caseras, tiernas por dentro, crujientes por fuera y llenas del sabor de la tradición familiar.

Las rosquillas de anís me recuerdan a cuando era pequeña y en las fiestas del pueblo siempre había un puesto lleno de ellas. Ibas con la familia, comprabas una bolsa calentita y al final acababas compartiendo porque, claro, nadie se resistía. En mi casa también eran típicas en Semana Santa, y lo cierto es que era de esos dulces que juntaban a varias manos en la cocina, cada una formando rosquillas sin que importara mucho si quedaban perfectas o no.

A mí me gusta hacerlas sobre todo en otoño o en invierno, cuando apetece encender la cocina y pasar un rato tranquilo. No son rápidas, porque hay que ir friéndolas poco a poco, pero eso también tiene su encanto. Mientras se van dorando, la casa empieza a oler a cítricos y a anís, y más de uno se asoma a ver si ya puede probar alguna.

El sabor es muy particular, y no tiene nada que ver con otras rosquillas. Entre el licor de anís y la ralladura de limón, quedan tiernas por dentro, crujientes por fuera y con ese rebozado de azúcar que las hace irresistibles. Yo te diría que si nunca has preparado las rosquillas de anís en casa, merece la pena probar, porque son de esas recetas que luego repites una y otra vez.

Receta de rosquillas de anís de la abuela

Ingredientes

  • 3 huevos
  • 100 g de azúcar
  • 100 ml de aceite de oliva suave
  • 50 ml de anís (licor)
  • La ralladura de 1 limón
  • La ralladura de 1 naranja
  • 350 g de harina de trigo (aprox., según admita la masa)
  • 1 sobre de levadura química (16 g)
  • Aceite de girasol para freír
  • Azúcar para rebozar

Cómo hacer rosquillas de anís caseras

  • Paso A Paso Rosquillas Anis Masa

    Lo primero es batir los huevos con el azúcar en un bol amplio hasta que quede una mezcla cremosa y algo espumosa. Después se añade el aceite de oliva, el anís y las ralladuras de limón y naranja. Se mezcla bien para que los sabores queden integrados.

  • En otro recipiente se tamiza la harina junto con la levadura y se incorpora poco a poco a la mezcla anterior. Al principio se puede remover con varillas o una cuchara de madera, pero llega un momento en el que hay que meter las manos y amasar ligeramente. La masa no debe quedar demasiado dura, sino más bien blanda pero manejable.

  • Se cubre el bol con un paño limpio y se deja reposar unos 30 minutos, lo justo para que coja cuerpo y sea más fácil de trabajar. Mientras tanto se puede preparar la sartén o la olla con abundante aceite de girasol para freír, que deberá calentarse a fuego medio.

  • Pasado el reposo se forman las rosquillas. Se coge un trocito de masa del tamaño de una nuez, se hace un rulo con las manos y se unen los extremos presionando un poco. Conviene que todas tengan un tamaño parecido para que se frían de forma uniforme.

  • Cuando el aceite está en su punto —ni demasiado frío ni humeante— se van echando las rosquillas en tandas pequeñas. Hay que darles la vuelta para que se doren por ambos lados, y en cuanto están listas se sacan a un plato con papel de cocina para absorber el exceso de aceite.

  • Por último, todavía calientes, se rebozan en azúcar y se dejan enfriar sobre una rejilla o una bandeja. Quedan tiernas por dentro, con una capa fina y crujiente de azúcar por fuera que es lo que las hace tan apetecibles.

Rosquillas Caseras De Anís

Consejos para hacer rosquillas de anís perfectas

  • Temperatura del aceite: Mantén el aceite a fuego medio. Si está demasiado caliente se dorarán rápido por fuera y quedarán crudas por dentro; si está frío, absorberán demasiado aceite.
  • Masa manejable: La masa no debe quedar dura ni pegajosa. Si hace falta, ajusta con un poco más de harina o un chorrito de anís hasta que puedas formar los rulos sin que se rompan.
  • Formar rosquillas uniformes: Intenta que todas tengan un tamaño parecido para que se frían de manera uniforme y terminen al mismo tiempo.
  • Rebozado en azúcar: Hazlo cuando todavía estén calientes. Así se adhiere mejor y queda esa capa fina y crujiente típica.
  • Conservación: Se pueden guardar en un recipiente hermético a temperatura ambiente durante 3-4 días sin que pierdan textura.
  • Congelación: También se pueden congelar antes o después de freírlas. Si las congelas crudas, forma las rosquillas, mételas en una bandeja separadas y congélalas; luego las fríes directamente sin descongelar. Si ya están fritas, se pueden guardar en bolsas herméticas y recalentar ligeramente al horno o microondas antes de comer.

Cómo acompañar las rosquillas de anís

Las rosquillas de anís quedan muy bien con bebidas calientes. Un café con leche, un chocolate espeso o incluso un té suave son ideales para acompañarlas, sobre todo en desayunos o meriendas.

También puedes servirlas en pequeñas bandejas en fiestas o reuniones familiares. Son perfectas para picar de forma informal, y como ya llevan su toque de azúcar por fuera, no necesitan nada más. Incluso combinan bien con otros dulces tradicionales si quieres montar una mesa variada en celebraciones.

Hacer rosquillas de anís en casa puede llevar un poco de tiempo, pero merece la pena. Ver cómo se doran en el aceite, sentir el aroma del anís y los cítricos, y luego compartirlas con la familia es de esas pequeñas alegrías que se repiten cada año. Así que, ya sabes, prepara la masa, friéelas con calma y disfruta del resultado: tiernas por dentro, crujientes por fuera y con ese sabor que siempre recuerda a tradiciones y a momentos compartidos. Bueno, espero que esto te sirva. ¡Nos leemos pronto!

Si buscas otros dulces tradicionales españoles, no puedes dejar de probar las magdalenas caseras, esponjosas y ligeras, perfectas para el desayuno o la merienda; la coca de llanda, típica de Valencia, un bizcocho jugoso que se hace en molde rectangular y se aromatiza con limón; la bica gallega, un bizcocho denso y mantecoso que se prepara en Galicia y tiene un sabor suave a mantequilla y azúcar; los churros, crujientes por fuera y tiernos por dentro, ideales para mojar en chocolate caliente; los fartons valencianos, alargados y esponjosos, pensados para acompañar la horchata; y la ensaimada mallorquina, dulce enrollado con un toque de manteca que se puede rellenar de crema o cabello de ángel, típica de Mallorca y perfecta para desayunos especiales.

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