El dulce de leche es uno de esos sabores que me transportan directo a la infancia. En España puede que no sea tan habitual como en otros países, pero ojo, que el que lo prueba… repite. Y claro, en otros sitios también lo conocen con otros nombres: “arequipe” en Colombia, “cajeta” en México (aunque esta se hace con leche de cabra), y “leite condensado cozido” en Brasil, por ejemplo. Pero al final, el alma es la misma: leche, azúcar y paciencia.
Yo nací y crecí en Argentina, y para mí el dulce de leche es sinónimo de fiestas de cumpleaños, de tartas con merengue, de esas meriendas interminables en casa de la abuela donde te servían pan con manteca y una cucharada generosa de este manjar por encima. Vamos, que no era solo un ingrediente, era parte del ritual. Incluso había discusiones sobre qué marca era la mejor, o si el repostero tenía más sabor que el clásico.
La buena noticia es que hacer dulce de leche en casa no es difícil. Lleva su tiempo, sí, pero tampoco necesitas herramientas raras ni ingredientes imposibles. Aquí te voy a enseñar dos formas: la tradicional, como la hacía mi abuela, y una más rápida que puedes hacer con leche condensada. Así que ponte el delantal, busca una cuchara de madera (sí, de las de antes) y vamos al lío.
ÍNDICE DE CONTENIDOS
Receta de dulce de leche tradicional
Ingredientes
- 1 litro de leche entera (mejor fresca)
- 350 g de azúcar
- 1/2 cucharadita de bicarbonato de sodio
- 1 cucharadita de esencia de vainilla (opcional)
Cómo hacer dulce de leche casero
-
Pon todos los ingredientes en una cacerola grande. Echa la leche, el azúcar, el bicarbonato y, si vas a usarla, la esencia de vainilla. Mezcla todo bien antes de encender el fuego.
-
Calienta a fuego medio y remueve sin parar. Al principio puedes hacerlo cada tanto, pero en cuanto empiece a hervir, tienes que quedarte cerca. Usa una cuchara de madera o una espátula de silicona resistente al calor.
-
Reduce el fuego cuando empiece a burbujear. Aquí es donde empieza la magia… y también donde hay que armarse de paciencia.
Sigue removiendo durante 1 hora y media a 2 horas. Sí, has leído bien. Esto no es de 15 minutos. Pero te prometo que merece la pena. El truco es no dejar que se pegue al fondo, que es lo que le puede dar sabor a quemado.
-
Cuando espese y tenga color caramelo, está listo. Tiene que quedar como una crema suave, pero densa. Si al remover ves que se despega ligeramente del fondo de la olla, está en su punto. Ojo, que al enfriar espesa un poco más.
-
Pásalo a un bote limpio y deja que se enfríe. Lo puedes guardar en la nevera unos cuantos días… si no te lo comes antes, claro.
Receta rápida de dulce de leche con leche condensada

La forma más rápida y cómoda de hacer dulce de leche casero es con la olla exprés. No tiene mucho misterio, pero hay que seguir bien los pasos para evitar sustos. El primer paso es quitarle la etiqueta a la lata de leche condensada y asegurarte de que está completamente limpia. Nada de restos de papel ni pegamento, porque va a estar un buen rato en agua caliente y no queremos que floten trozos raros.
Coloca la lata cerrada en horizontal dentro de la olla exprés y cúbrela bien con agua. Tiene que quedar completamente sumergida, con al menos 4 o 5 cm de agua por encima. Esto es importante para que no se quede seca durante la cocción, ya que la presión hace que el agua se evapore más rápido.
Cierra bien la olla y ponla a fuego medio-alto. Cuando empiece a sonar la válvula o a subir la presión, baja un poco el fuego y cuenta entre 35 y 40 minutos. Si te gusta más clarito y suave, con 35 va bien. Si lo prefieres más oscuro y denso, déjalo 40. No hace falta más.
Pasado ese tiempo, apaga el fuego y deja que la olla pierda toda la presión por sí sola antes de abrirla. Esto puede tardar un rato, pero no tengas prisa. Cuando puedas abrirla sin forzar, saca la lata con cuidado y espera a que esté completamente fría antes de abrirla. Nada de atajos aquí, que el contenido quema como el demonio.
Una vez fría, la abres y ya tienes tu dulce de leche hecho. Cremoso, dulce, y con ese color caramelo tan característico. No es como el tradicional al 100 %, pero la verdad es que queda muy bien. Para rellenar bizcochos, tartas o comértelo a cucharadas… cumple de sobra.

Consejos para que el dulce de leche casero te quede de 10
- Usa leche entera. Sí, la desnatada sirve, pero el resultado es más aguado y menos cremoso. Si vas a hacerlo, hazlo bien.
- El bicarbonato es clave en la receta tradicional. No solo ayuda a que no se corte, también le da ese tono marrón dorado tan típico.
- No uses una olla pequeña para la versión tradicional. Al principio hierve con fuerza y puede rebalsar. Mejor una olla grande.
- Remueve con una cuchara de madera o silicona resistente al calor. No uses varillas ni cucharas de metal finas, porque te van a dejar la muñeca hecha polvo.
- Si ves que se está pegando un poco al fondo, baja el fuego de inmediato. El dulce de leche quemado tiene un sabor amargo que arruina todo el trabajo.
- Si al final de la cocción está muy espeso, puedes añadir un chorrito de leche caliente y remover bien hasta que se suavice un poco.
- Para la versión con leche condensada, no te olvides de vigilar el nivel del agua. Que esté siempre bien cubierta.
- Nunca, pero nunca, abras la lata caliente. Parece una tontería, pero más de uno ha acabado con quemaduras por impaciencia.
- Si te gusta con un toque diferente, puedes añadirle unas gotas de esencia de vainilla justo al final, cuando ya está listo y lo estás dejando enfriar.
- Guárdalo en un bote de cristal bien limpio y seco, con tapa. En la nevera aguanta una semana o más, aunque en casa nunca dura tanto.
Cómo acompañar el dulce de leche
Una de las formas más simples (y efectivas) de comer dulce de leche es con pan. Pan fresco, tostado, una rebanada gruesa de pan casero… Lo untas bien, como si fuera mantequilla, y ya está. Si encima le pones una capa fina de mantequilla debajo, como se hacemos en Argentina, ya tienes una merienda redonda.
Otro clásico es usarlo como relleno para tartas. En Argentina, por ejemplo, hay muchas versiones de bizcochos rellenos con dulce de leche y cubiertos con merengue o con chocolate. También se usa entre capas de pionono, es decir un brazo de gitano. Una bomba, sí, pero qué rica.
Si tienes galletas tipo “María” por casa, prueba esto: pones una cucharada de dulce de leche entre dos, las presionas un poco y las metes un rato en la nevera. Te queda una especie de alfajor casero improvisado, y no te lleva ni cinco minutos.
También queda de maravilla en yogur natural. Solo necesitas una cucharadita para transformar un yogur soso en algo especial. Si le sumas unas nueces o trocitos de plátano, ya tienes un postre en condiciones sin complicarte.
Para los más golosos, no hay que olvidarse del helado. Puedes usar el dulce de leche como topping, o incluso mezclarlo con nata montada y congelarlo para hacer un helado casero sin máquina. No queda exactamente como el industrial, pero se defiende muy bien.
Y si te animas con la repostería, el dulce de leche va genial en brownies, cheesecakes, magdalenas o crêpes. Se puede mezclar con la masa, usar como relleno o echar por encima a modo de sirope. Es bastante versátil.
Y bueno, siempre queda la opción de comértelo a cucharadas, directo del bote. No será lo más elegante, pero nadie te va a juzgar… al menos si no te pillan.
Y hasta aquí, ¿no? Bueno, espero que te haya servido.
Si lo preparas, ya verás que no hay vuelta atrás… el dulce de leche tiene ese algo que engancha.