La cebolla caramelizada es una de esas cosas que, cuando la pruebas bien hecha, te preguntas por qué no la haces más a menudo. Tiene ese punto dulce, intenso y suave que convierte cualquier plato sencillo en algo con un toque especial. Y lo mejor es que, aunque parezca que tiene su misterio, es mucho más fácil de hacer de lo que parece.
Mucha gente piensa que lleva azúcar a saco o que hay que estar removiendo sin parar durante horas. Pues no, a ver, hay formas distintas de hacerla, claro, pero la base es bastante simple: cebolla, paciencia y un poquito de mimo. Y si quieres, puedes echarle azúcar o vinagre balsámico, pero eso ya es a gusto del consumidor.
La verdad es que la cebolla caramelizada va bien con casi todo. Una hamburguesa, una tostada con queso de cabra, un hojaldre salado, unas lentejas… sí, hasta con legumbres queda brutal. Así que si eres de los que les gusta tener “cosas ricas” listas en la nevera para darle alegría a la comida, sigue leyendo porque esto te interesa.
ÍNDICE DE CONTENIDOS
Receta de cebolla caramelizada
Ingredientes
- 1 kg de cebollas
- 2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
- 1 cucharadita de sal
- 1 cucharada de azúcar (opcional)
- 1 chorrito de vinagre balsámico (opcional)
Cebolla caramelizada
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Cómo hacer cebolla caramelizada fácil
Lo primero es pelar las cebollas y cortarlas en juliana fina. Aquí no hay mucha ciencia, simplemente intenta que las tiras queden más o menos del mismo tamaño para que se cocinen de forma uniforme.
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Pon una sartén grande a fuego medio con el aceite de oliva y, cuando esté caliente, añade toda la cebolla. Remueve un poco para que se impregne bien del aceite y baja un poco el fuego. No hace falta que esté al mínimo, pero sí lo suficientemente bajo para que no se queme. La clave aquí es la paciencia: la cebolla se tiene que ir haciendo poco a poco, soltando su propio azúcar natural.
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Pasados unos 20-25 minutos, cuando la cebolla ya esté muy blanda y empiece a coger color, añade la sal. Si quieres usar azúcar, este es el momento de echarla. También puedes añadir un chorrito de vinagre balsámico si te va ese punto ácido-dulce, pero sin pasarse. Remueve todo bien y deja que siga cocinándose otros 15 o 20 minutos, moviendo de vez en cuando para que no se pegue.
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Cuando veas que está dorada, con ese color marrón oscuro pero sin quemarse, y tenga una textura melosa, ya la tienes. Si se ha quedado muy seca, puedes añadirle una cucharadita de agua caliente para soltar un poco el fondo de la sartén, pero no es obligatorio. Apaga el fuego y deja que repose unos minutos antes de usarla o guardarla.

Consejos para que la cebolla caramelizada te quede perfecta
- Si usas cebolla blanca, te saldrá más suave; la morada queda un pelín más intensa, pero ambas valen. No hace falta complicarse con eso.
- No subas el fuego para “acelerar” el proceso. Ya sé que a veces vamos con prisa, pero aquí va despacio o no sale bien. Si la cebolla se quema, se amarga.
- La sartén mejor que sea grande y con buen fondo. Si está muy llena, las cebollas se cuecen en vez de caramelizarse.
- Puedes hacer mucha cantidad de golpe y guardar lo que sobre. En la nevera te aguanta perfectamente una semana en un tarro bien cerrado.
- Si te gusta más dulzona, añade el azúcar. Si prefieres solo el dulzor natural, no le pongas nada. Ambas versiones están ricas, es cuestión de gustos.
- Para que no se pegue, remueve cada pocos minutos, pero no hace falta estar encima todo el rato. Solo vigila que no se quede seca ni se tueste de más.
- Si ves que se ha pegado un poco, añade un chorrito de agua caliente o caldo y rasca con la espátula. Se suelta fácil y hasta da más sabor.
- También puedes congelarla. Divide en porciones pequeñas y mete en bolsas o tarros. Luego sacas solo lo que necesites y listo.
Cómo acompañar la cebolla caramelizada
Una de las formas más clásicas de usarla es en hamburguesas. Pero no hablo solo de las de carne, que también, sino en hamburguesas vegetales o incluso en bocadillos fríos. Le da ese contraste dulce que queda brutal con cualquier cosa salada o con un poco de grasa, como un buen queso fundido o una carne a la plancha.
También va genial con quesos. Una tosta con pan crujiente, un poco de rulo de cabra y una cucharadita de cebolla caramelizada por encima es una combinación que nunca falla. Si la metes al horno cinco minutos, ya ni te cuento. Para una tabla de quesos también funciona: la pones en un cuenquito al lado y cada uno que se sirva lo que quiera.
En platos más elaborados, puedes usarla para darle un giro a unas empanadas, tartas saladas o incluso a una pizza. La cebolla caramelizada y el queso azul hacen una pareja estupenda. También puedes ponerla en un hojaldre con champiñones o verduras asadas, que queda de lujo.
¿Y con carnes? Pues sí, claro. Va bien con cerdo, con pollo, incluso con cordero. Un lomo a la plancha con una cucharada de cebolla caramelizada encima sube de nivel en un segundo.
Bueno, pues ya ves que hacer cebolla caramelizada en casa no tiene ningún misterio. Solo hace falta un poco de tiempo y ganas de darle ese toque especial a tus platos. Si no la has probado aún en una tosta con queso, te lo estás perdiendo. Y si ya la conocías, seguro que ahora te han entrado ganas de hacer una buena tanda y guardarla para la semana. La próxima vez que te sobre un poco de cebolla, ya sabes qué hacer con ella. ¡Nos leemos pronto!
Si te gustan las verduras con un toque diferente, no puedes dejar de probar los aros de cebolla al horno, que quedan crujientes por fuera y tiernos por dentro sin necesidad de freír; los nuggets de verdura, una opción fácil y divertida para que los más pequeños coman verdura sin rechistar; el ratatouille, ese clásico francés lleno de color y sabor que puedes servir como plato principal o guarnición; y la pizza vegetal, donde reemplazamos la masa de harina con verduras y es perfecta para una cena ligera pero sabrosa.